lunes 23 de diciembre de 2024

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Imágenes recientes de la “Nebulosa del Anillo”

Para los científicos, su nombre es M57, pero muchos la conocen como la Nebulosa del Anillo debido a su particular forma.

A lo largo de los años ha sido fotografiado en numerosas ocasiones gracias a su conveniente ubicación en la constelación de Lyra, al sur de la estrella Vega, visible desde el hemisferio norte durante toda la temporada de verano, con su anillo apuntando directamente hacia nosotros.

Se encuentra a unos 2,600 años luz de la Tierra y es una nebulosa planetaria que, a pesar de su engañoso nombre, no es más que los restos de una estrella moribunda.

Las nebulosas planetarias se forman cuando estrellas pequeñas o medianas —es decir, como nuestro Sol—, agotan la reserva de hidrógeno en su núcleo. En este punto, las capas exteriores de la estrella se expanden hasta convertirse en una gigante roja.

Su temperatura interna aumenta hasta tal punto, que las capas más externas pueden ser expulsadas incluso con pulsaciones violentas, por lo que son nebulosas de emisión formadas por una envoltura de gas ionizado incandescente en expansión.

El nombre —no muy acorde con su verdadera naturaleza— les fue dado en 1780 por el astrónomo William Herschel, quien en una primera observación los confundió con sistemas planetarios. A pesar del malentendido, desde entonces, la comunidad científica sigue llamándolas nebulosas planetarias a pesar de no tener nada que ver con los planetas.

De hecho, pueden contener estrellas pero no planetas visibles, y constituyen una fase corta en la vida de una estrella.

Estos juegan un papel de fundamental importancia para la evolución química de las galaxias, de hecho es así como una estrella moribunda devuelve al medio interestelar parte del material que la compuso, y por eso es tan importante su estudio.

Nuestra Nebulosa del Anillo fue descubierta en enero de 1779 por Antoine Darquier de Pellepoix, y desde entonces muchos han podido admirarla incluso con pequeños telescopios.

Su última imagen fue publicada hace unos días, y en realidad es una imagen compuesta obtenida al combinar tres tomas realizadas el año pasado, con tres filtros diferentes de la NIRCam (Near Infrared Camera), una cámara infrarroja instalada en el telescopio espacial James Webb.

La resolución de esta imagen es muy alta, está llena de detalles que, además de hacerla sorprendente desde el punto de vista estético, también la hacen muy útil para aumentar la información científica sobre estos misteriosos objetos.

De hecho, la estrella que le dio origen es claramente visible justo en el centro de la nebulosa que, a pesar de haber iniciado su fase de enfriamiento para convertirse en una enana blanca, aún se encuentra a una temperatura superior a los 100,000 grados.

Alrededor de la zona central hay un gran anillo morado formado por agregaciones de hidrógeno molecular más frías y densas que el resto de la nebulosa, se trata de decenas de miles de pequeños cúmulos, de momento los astrónomos han contado unos 20.000.

Es precisamente, gracias a esta multitud de detalles, que esperamos llegar a una comprensión más profunda de los ciclos de vida de las estrellas y su legado liberado al medio interestelar al final de sus vidas.

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