El jade fue para los mayas la joya por excelencia, mucho más preciada que el oro, ya que representaba tanto la fuerza como la divinidad. Esta piedra preciosa de valor solo equiparable al de los diamantes.
Si bien el jade fue primero muy preciado por la cultura olmeca en México, también tuvo una importante presencia en la vida de los guerreros y reyes del Clásico maya, entre los años 250 y 900 d.C.
De las diversas tonalidades de esta piedra preciosa, el verde llamado “imperial” era el más valorado y por lo tanto, el más utilizado en la elaboración de joyas y figuras.
Para la cultura maya el jade simbolizaba la inmortalidad y la eternidad por su dureza y perdurabilidad, y fue usado como distintivo de la realeza. Es por ello que eran parte fundamental en los entierros de los reyes, como las impresionantes máscaras y joyas encontradas en Palenque y Calakmul.
El jade de igual manera tuvo connotaciones divinas para la cultura maya. De acuerdo a su cosmogonía, estuvo presente desde el génesis, cuando el Dios del maíz utilizó tres piezas de esta piedra preciosa para la creación del mundo. En diversas zonas arqueológicas mayas, se han encontrado tallados y figurillas hechas de jade, dedicados a esta deidad.
Otra de las formas destacadas en las que el mundo maya dio uso a esta gema preciosa, fue en la elaboración de sorprendentes joyas. En algunas piezas el tallado era tan fino que al jade se le daba la forma de una flor abierta, e incluso tenían un aspecto traslúcido, y otras se utilizaban como orejeras.
En la actualidad, el jade se sigue utilizando para la creación de joyería. Es una piedra preciosa costosa, ya que solo se encuentra en pocos lugares del mundo, siendo Guatemala el principal país de extracción.