Los mayas fueron una de las civilizaciones más importantes de América hasta la llegada de los colonos españoles al continente. Gracias a sus construcciones idílicas como las pirámides en México y Guatemala, se dio cuenta de tamaña influencia que tuvieron en aquel territorio, desde lo económico, social y cultural. Sin embargo, hubo un hecho, además de la conquista, que favoreció su rápida disolución hasta dejar en ruinas todo aquello que erigieron.
¿Qué sucedió?
En la actualidad, parte de sus edificios quedaron cubiertos por la vegetación y solo algunas pruebas de ese imperio sobrevivieron al paso del tiempo y a los saqueos propios de los españoles. Sus vestigios fueron redescubiertos en 1830 gracias a expediciones británicas y estadounidenses, que dieron con tesoros arqueológicos, pero muchas de las respuestas sobre su origen y desaparición, aún permanecen bajo el misterio.
En 2005, se publicó el libro Colapso, escrito por el profesor de geografía en la Universidad de California, Jared Diamond, quien a base de investigaciones científicas postuló la teoría de que el cataclismo social se debió a una fuerte sequía que habría sido autoprovocada tras no tener el conocimiento certero sobre la producción agrícola y las condiciones climáticas adversas.
Junto a datos arqueológicos se determinó que una de las causas de su rápida desaparición fue un desastre ambiental creado por su propio accionar en el ambiente.
De ser cientos de miles, pasaron a significar un grupo pequeño y esto, ya que gracias a la tala indiscriminada de terreno para el cultivo, no se generó la humedad suficiente para que se desarrollen las lluvias tropicales de gran abundancia que les proveían de un ciclo estable de siembra y cosecha.
Según estimaron, en un año la cantidad de lluvias se redujeron de un 5 a un 15 por ciento. Desde la Universidad de Columbia realizaron una simulación a pequeña escala para entender cómo se creó esta sequía y la posterior caída de un imperio. Con los bajos niveles de cosecha, los mayas se vieron obligados a abandonar aquellos territorios que consideraron su hogar y partieron hacia otros destinos.
La cultura maya sigue en pie en las diferentes comunidades mexicanas y guatemaltecas, luego de su mimetización y mestizaje. A pesar de los años, algunas características como su lengua o símbolos religiosos se respetan entre los mayores y hasta parte de su conocimiento ayudaron a comprender la vida en Centroamérica desde tiempos precolombinos.
Su incidencia en la astronomía fue muy importante, ya que sin contacto con las civilizaciones que se desarrollaron a la par en Europa o Egipto, los mayas diseñaron un plano de las estrellas y hasta se atrevieron a implementar un calendario que finalizaba en 2012, año en que se especuló que la Tierra llegaría a su fin.
Se cree que su origen provino de Sudamérica, en busca de nuevos terrenos para la caza y la recolección. Entre el 7000 al 2000 a.C, se establecieron en la parte centro del continente y al sur de lo que hoy es México.
Probablemente en el 4000 a.C desarrollaron como alimento básico el maíz, lo que les propició de una fuente nutritiva para el exponencial crecimiento poblacional.
Se presume que en el presente hay más de seis millones de descendientes que viven en América Central, en donde todavía se hablan 30 lenguas derivadas del maya antiguo y resguardan técnicas de cultivo y religiosas, como símbolo de fortaleza ante el avance de un globalismo cultural mucho más arraigado.