Nunca le gustó estar en su casa y prefería estar en la calle. Por ello fue ingresada a una escuela militar donde aseguró, le enseñaron a manipular las armas de fuego y otras tácticas de defensa y ataque, pero al salir de su formación académica, encontró su destino en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde conoció al hombre que le daría un giro a su vida dentro del narco.
Yaretzi afirmó que durante su estancia en la escuela militar, le enseñaron a odiar a la gente y cuando salió tenía el corazón hecho piedra. “Como que en esas escuelas te enseñan a no querer a nadie”, indicó para luego recordar cómo fue que ingresó al mundo del crimen organizado de la mano de “su patrón”.
El hombre que la llevó al narco poco a poco formó parte de su círculo íntimo familiar, ya que a la primogénita de Yaretzi la llevó a bautizar. Ambos tuvieron una relación más cercana que los llevó a tener un romance fugaz que derivó en el nacimiento del segundo hijo de la joven mamá sicaria, indicó la mujer para Gatopardo:
“Él me bautizó a la niña y, ya luego, me hizo al chamaco. Pinche abusón. Lo levantaron como al mes que tuve a Brandon”: Yaretzi.
La mamá narco prefiere morir en una balacera que ser “levantada”.
La joven mamá sicaria sabe sobre el enorme riesgo que corre dentro del narcotráfico. Para ella es preferible morir en un enfrentamiento armado que ser “levantada” y tener que aguantar el martirio de ser torturada tal como ella lo vio desde la trinchera de su grupo del crimen organizado, además de que prefiere asesinar ella a sus rivales sin tener rehenes.
“No quiero verles la cara a esos perros porque soy capaz de buscarlos en el infierno”: Yaretzi.
Para Yaretzi fue sencillo ingresar al narcotráfico como una sicaria más, el dinero fue el impulso que la llevó a ser parte de los criminales que combaten en el país, para ser los únicos en ser los proveedores de drogas ilícitas, principalmente en Estados Unidos, donde encontraron al mejor mercado por la alta demanda.
Hasta hace algunos meses, Yaretzi estaba encerrada en una prisión en Ciudad Juárez, pero recordó cómo fue su vida fuera como una narcotraficante más, donde aprendió a disparar de carro en carro desde un auto en movimiento, hasta la manera como debía operar para secuestrar y desaparecer a personas.
Cuando la narcotraficante y madre de dos hijos iba a ejecutar a su víctima número 26, fue detenida por las autoridades. La sicaria estaba equipada con “dos cuernos de chivo”, aunque sus inicios dentro del crimen organizado fue desde limpiar pisos hasta ser halcón y lince (quienes levantan y torturan) hasta llegar a ser sicaria.
Con Información del Heraldo de México